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El
ser humano, al igual que otras especies animales, cuenta con una serie
de sentidos que hacen posible su desenvolvimiento.
Si bien todos son importantes y necesarios para poder llevar a cabo una
vida plena, no todos tienen el mismo valor, y esto queda evidenciado con
la trascendencia que se le da al mal funcionamiento o falta de algunos
de ellos. Por ejemplo: no influye en el desarrollo quien no cuenta con
el sentido del olfato, como quien no puesde oir, pues mientras que para
el primero su carencia puede traducirse a lo sumo como una gran molestia,
para el segundo significa una verdadera discapacidad, que dificulta realmente
el normal desarrollo de su vida.
El hombre es un ser visual, aproximadamente el 80% de nuestras sensaciones
provienen de este sentido. Los ojos son nuestra ventana al mundo, y es
difícil para quienes sabemos la existencia de este sentido, imaginar
nuestras vidas sin la posibilidad de visión, la perdida además
de la obvia incapacidad que acarrea, implica una serie de trastornos emocionales
provocados por la sensación de desamparo que significa perder este
importante contacto con el mundo.
¿Cómo
vemos?
La visión es una función compleja, en la que participan
numerosas estructuras. Es erróneo creer que ojos y visión
son sinónimos, estos son sólo la parte visible de un amplio
sistema que se extiende a la porción más posterior del cerebro.
El órgano que efectúa el proceso es el cerebro; la función
del ojo es traducir las vibraciones electromagnéticas de la luz
en un determinado tipo de impulsos nerviosos que se transmiten al mismo
a través del nervio óptico. La visión es, entonces,
la decodificación por parte del cerebro, de la información
obtenida por medio de los ojos.
El globo ocular tiene en la parte anterior una película transparente
y muy resistente por la que entra la luz, llamada córnea. Inmediatamente
después de toparse con esta los rayos de luz alcanzan el humor
acuoso, que junto con la córnea constituye un medio refringente
actuando como lente concentradora y conviertiendo el rayo o haz luminoso
en un cono con el vértice dirigido hacia el iris, que consta de
fibras musculares radiales y circulares y con un orificio central, que
es la pupila, la cual aumenta o disminuye su diámetro según
la intensidad y cantidad de la luz que penetra en el interior del ojo.
El cristalino recibe el haz luminoso, órgano biconvexo y lenticular,
que actúa como un lente de aumento variable debido a la modificación
de su curvatura anterior. Esta es modificada el músculo ciliar
que tira o afloja de el según la distancia a la que estemos mirando
un objeto. Estos dos elementos actúan enfocando sobre la retina
la imagen invertida. En la retina hay dos tipos de células receptoras
llamadas, por su formas, conos y bastones. Justo detrás de la pupila,
la retina tiene una pequeña mancha de color amarillo, llamada mácula
lútea; en su centro se encuentra la fóvea central, la zona
con mayor agudeza visual. La capa sensorial de la fóvea se compone
sólo de conos, en torno a ella se encuentran bastones. Según
nos alejamos del área sensible, los conos se vuelven más
escasos y en los bordes exteriores de la retina sólo existen bastones.
Los conos operan con la luz intensa y son los responsables de la percepción
de los colores. Los bastones funcionan con poca luz, tornandose insensibles
a esta y no son capaces de percibir los colores.
Desde
que el estímulo luminoso entra al ojo hasta que se proyecta en
el fondo, se produce un fenómeno llamado refracción: la
imagen se proyecta patas para arriba. Luego el cerebro es quien completa
el proceso invirtiendola hasta restituirle su posición inicial.
Ambas retinas conectadas con sus nervios ópticos, transmiten las
impresiones obtenidas por sus células sensoriales a un único
centro visual en el cerebro, donde la información proveniente de
ambos ojos es procesada, formando la visión binocular.
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